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Hay una profundidad en tus ojos. No la profundidad de tu mirada, si no ese hueco negro en medio, ese vórtice que esconde mis secretos, los tuyos y los de alguien más.
Hay una profundidad que hace eco cada vez que hablas, cada vez que respiras y cada vez que tu corazón late.
Esa cosa negra en ellos, que la ciencia llama pupila, es un agujero negro que me atrae con fuerza, hacia el abismo de mis propios sentimientos, que ofende mis pensamientos y desata la locura en ellos. Ese hueco entre el café común de tu mirada que desata los instintos que me cuesta contener...
Hay un agujero negro en tu mirada, capaz de romper o perder cualquier cosa que se adentre en ella. Y es que no es tu forma de mirar, es la forma en que te miro, que me hace repugnar todo aquéllo que siempre he creído.